jueves, 25 de noviembre de 2010

Memoria amiga


Ni modo: Llega un tiempo en la vida en que miramos hacia atrás en vez de al futuro. No es que se haya perdido la fe; quizás el alma propia ya no da más para ilusiones, pero sí hay la convicción de que todavía quedan en el fondo del baúl muchos momentos hermosos para disfrutar.
    Se siente como aburrimiento, como un cansancio sin descanso posible, pero… Tampoco significa, ese mirar atrás, tanto escepticismo se le niegue un futuro a la Humanidad; después de todo nuestra especie ha superado lo inimaginable; los desastres de los tiranos, los cataclismos naturales, lodazales de instinto tipo Sodoma y Gomorra y así. En algún momento, como un perro que se siente incómodo, la Tierra, la Naturaleza, se sacuden y todo vuelve a quedar como recién lavado.
   Así que no es depresión o temor por la derrota.
   Pensándolo bien, al reflexionar sobre el caos en que vivimos hoy día, nunca como ahora me queda claro el significado de aquella imagen sobre el diluvio de Gustavo Doré en la antigua Biblia que había en casa: Los seres que permanecen atentos de lo trascendente y bueno, como Noé, tienen que dejar morir a los más débiles, pues las fuerzas del bien y del mal juegan a equilibrarse, para que la vida se sostenga… pero siempre y a la larga gana el bien.
   Con todo y eso, ni modo: Se mira hacia atrás en algún momento de la vida. Porque se valoran de nuevo los instantes de felicidad e inocencia que vivimos, y casi siempre son los de la niñez. El suspiro primero cuando descubrimos el impulso del amor que, aunque sea una droga engañosa para perpetuar la vida, es uno de los bocados más excelsos que Dios regala a los mortales.
Se empieza a sólo sentir nostalgia por los momentos de descubrimiento: El nacimiento del primer hijo, el amor de la madre en la infancia, los días navideños cuyas luces y colores bastaban para hacernos felices.
   Puras situaciones que ahora se ven cotidianas, pero que al momento de descubrirlas, cuando el alma es nueva, nos hicieron sentir una tajada de felicidad.
   Y tampoco es que se desee vivir todo eso de nuevo; aparte de imposible, ya no sería lo mismo, ¿verdad? Es que el sólo recuerdo, sólo la evocación misma ya es hermosa, aunque duela, aunque las lágrimas asomen, el sentimiento (nostalgia) es hermoso.

(Me pasa, por ejemplo, escuchando canciones antiguas que mi madre cantaba cuando yo era niña; o mirando mis propios ojos en fotografías viejas, al encontrar en ellos aquella riqueza infinita que aún tenía: ignorancia absoluta sobre el mal)


domingo, 14 de noviembre de 2010

Mordaza



A veces pregunto al espejo: ¿De verdad crees que ya no tienes qué decir?
He escuchado por mucho tiempo la palabra "autocensura" y la miraba como un turista las curiosidades de un país ajeno. Nunca la aplicaba a mi caso. Nunca llegué a toparme con ese estado de ánimo, hasta ahora. 
   Mientras fui articulista sin empleo en el gobierno; o mientras lo fui estando empleada en el gobierno, jamás tuve idea de lo que es frenarse para soltar el teclado. Hoy he estrenado esa condición de ánimo y me está haciendo sumamente infeliz. La coacción la aplico a mí misma y me siento miserable. 
   ¿Por qué me freno, me pongo vendas en las manos, como los boxeadores... pero ni siquiera salgo a pelear? Porque antes las denuncias sobre las miserias humanas -já, como si yo fuera perfecta- que produce la burocracia y la política, entre otras porquerías que genera la "civilización", fluían desde los "malos", es decir los que estaban equivocados en su ideología, los malditos totalitarios de siempre. 
Llegué a criticar incluso desde adentro, porque como burócrata de quinta o sexta línea me sentía con derecho a criticar. La mayor parte de las personas piensan que eso equivale a "morder la mano de quien te da de comer", y siempre me ha parecido tal razonamiento una perfecta y vergonzosa estupidez.
   El burócrata que critica su propio gobierno no muerde mano alguna: El dinero que recibe NO es del jefe, ni siquiera del Jefe Máximo... es dinero de la gente, de los ciudadanos. Siempre lo dije, siempre argumenté lo mismo. "A mí me paga la gente, no mi jefe que, aleatoriamente, está en el puesto de mando: Es un enfermo de soberbia; mi deber está con quien me paga, es decir el público".
   Okey... pero ahora, aquellos burócratas que están al mando -muchos de ellos- pertenecen a la "bola" de gente que presume una ideología con más sentido de la ética para gobernar. Al menos esa es la teoría, la propuesta, la premisa.
   Pero... no es tan fácil. Claro, a esta altura del ejercicio crítico es bastante ridículo comprender apenas -mejor dicho, aceptarlo- que la miseria de antivalores donde nada la burocracia y el podercillo político puede infectar a cualquiera. 
   Dentro del mismo grupo que yo acepté como de pertenencia en la convicción política, también se producen monstruos, zombies, pobres entes con su autoestima tan piojenta que juzgan su escritorio un trono y a sus empleados como sirvientes. Eso, entre muchas otras linduras, como la adoración por los lujos, el dinero, la debilidad de creer que un ladrillito conseguido por amistad o repartiendo volantes realmente viste de capacidad de mando, de liderazgo, de conocimiento del trabajo que deben realizar... etc.


Dicho de otro modo: La ingenuidad perversa de vestir el traje nuevo del Emperador y lucir las propias miserias sustentando el silencio en el miedo... puede atacar a cualquier ser humano de cualquier ideología, por sacrosanta que parezca. El hábito no hace al monje; aunque la mona se vista de seda, mona se queda, etc.
   La administración burocrática es una gelatina terriblemente vulnerable a la incapacidad laboral, a la inteligencia emocional bajo cero. Un puesto no te hace experto en nada; al contrario, es un ácido que mostrará con el tiempo tus miserias o tus cualidades.   Exactamente como cualquier trabajo. Y si fracasas, también se notará, pero no te corren por imbécil e inepto, como en la iniciativa privada; te quedas si eres hábil para manipular a los demás y sobre todo: Para lograr que los demás sientan miedo.


Volviendo al principio: No es que nada tenga qué decir. Me callo por vergüenza, no por miedo.Tengo que reencontrar el camino para desahogar mi verdadero sentir acerca de la metamorfosis patética que sufren los seres humanos en el miserable mundo llamado burocracia (alta y media, sobre todo). Inventaré metáforas, elementos fantásticos, no faltará; pero es un lodazal de coraje en el que ya no puedo sostenerme. Tengo que limpiar mi corazón y la mente.



miércoles, 10 de noviembre de 2010

Con la multitud desde la soledad





Acabo de abrir una cuenta en Twitter. Primero fueron las novelas de aventuras, las narraciones épicas. Luego las novelas más cortas, seguidas por los cuentos; los poemas se fueron también reduciendo y dejaron de ser leídos. Luego fue el blog (y el metro y fotolog, donde todos nos disfrazamos o jugamos a una identidad frívola. Ahora el twitter, la gran sala de conversación del mundo.
¿Terminaremos emitiendo gruñidos hasta que desaparezcan las palabras?
¿A dónde se fue el tiempo que gozábamos? ¿Quién nos dio la orden de empezar a correr detrás del vacío, el ruido, la aglomeración sin sentido?

martes, 2 de noviembre de 2010

Estrella de la Historia

Supe más sobre ella en mi adolescencia, leyendo biografías de Stefan Zweig; descubrí así que un escritor debe reconstruir la biografía de un personaje histórico para revelar una nueva faceta de su personalidad, o sólo realizará un trabajo estéril. La historia, al fin escrita por hombres, la consideró en los textos oficiales como una especie de prostituta fina, frívola y cabeza hueca que llevó a Francia a la Miseria y provocó la Revolución Francesa.
   
    Siempre ellas tienen algo de culpa, ¿eh? Proserpina, Mata Hari, Eva Perón, Cleopatra, María Antonieta de Austria.

    La verdad es que fue una niña mimada llena de buena fe, que llegó a Francia a casarse con el delfín, es decir el heredero del trono.

    Su destino era ser reina; lo fue simplemente y nadie se lo pudo perdonar. Las envidias la sepultaron.

    Los hombres no supieron gobernar un Estado en crisis, Luis XVI-su esposo- era mediocre y falto de inteligencia, pero la que hizo el "daño", fue ella, según la historia.

    Hoy su imagen se reivindica poco a poco: Fue una víctima. La Revolución estallaría de cualquier manera; ella fue muy desdichada, ejecutada como una criminal a los 38 años sólo por el pecado de cumplir su destino.

    Hace tiempo existe una versión muy nueva de su biografía, llevada al cine por Sofía Coppola. No quería verla pues esta figura histórica controversial y a la vez hermosa (¿qué culpa tiene un ser humano nacido en la nobleza, de lo perverso que quede ser ese concepto y sobre todo: de que los hombres lo hayan inventado?), me produce depresión y la angustia que proviene de toda injusticia.

    Arrogancia, injusticia, envidia... siempre van juntas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Volver a casa


He pasado la vida entera luchando contra la tristeza. ¿Qué sentido ha tenido, si jamás he logrado ahuyentarla? Hace mucho tiempo no disfrutaba de ese sentimiento. Creo que jamás lo había logrado. Sí, disfrutar es la palabra; sentir la tristeza melancólica llegar, instalarse en ella, darle una íntima bienvenida
Las tardes de otoño son especialmente fértiles para hundirse en ella y nadar en el respiro intenso de la melancolía. 
Tristeza es lo que se siente ante algo irremediable y melancolía es un poco deseo de recuperar u obtener una felicidad que fue o que se adivina, pero jamás se ha sentido. Las dos juntas, se hermanan, se convierten en un manto de luz de atardecer que da calor y armonía a todo lo que existe.

Es un estado especial el mío ahora; disfruto la tristeza. Porque contiene recuerdos dulces; espacios de vida a los que quisiera volver, aunque eran dolorosos o simplemente solitarios.
Jardín de mis infancias por ejemplo; de todas mis infancias: La del huerto silencioso y soleado, bañado en canto de árboles, volar de pájaros, río lejano que lleva el agua a destinos imposibles de adivinar. La infancia de la soledad nocturna y el miedo a los muertos; la del camino a la escuela por las calles solas, con el premio intermedio de saludar a mi padre en el gran ventanal de su oficina... tocar el vidrio, sacudir la mano y verle a su vez decirme adiós con una sonrisa interior, jamás explícita.

La infancia de los juegos solitarios del jardín, en el columpio exclusivo para mi; el bimbalete que jamás tenía contrapeso, el paseo en equilibrio por el cerco del jardín del fondo... del que nunca jamás me caí, así como de ningún árbol que trepara, pues siempre los pasos peligrosos los he dado con infinita cautela.
Tristeza de recordar las soledades múltiples de la vida innumerable, llena de escenas donde siempre he sido espectadora de un mundo que no escucha, de personas que no entienden mi lenguaje, de multitudes que me ignoran, de ciudades que jamás se enteraron de que existo, de personas amadas que nunca sospecharon ni sospecharán cuánto, cuánto los he amado.

Lo único que me pertenece, sin lugar a dudas en este mundo, en esta vida... es mi tristeza. Y no me avergüenza; a nadie tengo que pedir permiso para sentirla, es una compañera amorosa, fiel, que me abraza sin cuestionarme nada.

sábado, 2 de octubre de 2010

Mujeres en la guerra



Uh... sólo para salpicar esto de alguna idea peregrina que aún acude a mi nudo de cansadas neuronas, já. (La explicación de por qué la fotito, al final)


Siempre sobre el mismo tema: En los dos siglos y medio de conciencia despierta que lleva el género femenino, desde que surgió la primera flama intelectual (Mary Wollstonecraft, 1759-1797) y empezó a iluminar la Tierra, hemos seguido dos tendencias: Una que trata de confluir con todos los paradigmas del género dominante, porque no teníamos otra referencia, en la cual nos perdimos, confundimos, permanecimos en desventaja. Es decir: Querer ser IGUALES a ellos. Claaaro que nos ganaron la partida: Nunca seremos adoradoras de la fuerza bruta, jamás nos convertiremos en nudos pasionales que buscan sólo el poder y el dominio de todos los seres vivos, pasará la eternidad antes de que lleguemos a despreciar -como hacen ellos- la VIDA humana, porque nosotras la creamos, es nuestro poder máximo. Y así... menciono las peores características porque son las dominadas por su instinto y además ellos se dejan aplastar por ellas; su parte noble siempre está en desventaja, pero desarrollar esa idea sería disertar filosóficamente sobre un tema que ellos NO consideran en su universo, mucho menos si las mujeres se lo mencionamos.


La segunda vereda que apenas cobra fuerza, es la de nuestra VERDADERA identidad femenina: La que defiende la vida, la que tiende a la igualdad de todos los humanos en posición y derechos, la que se integra a la Naturaleza y se inclina a la compasión y la PRESERVACIÓN del entorno natural. Además, claro, de nuestra intuitiva unción a la vida material y lo inmediato, porque desde los detalles de la vida concreta se construyen los rascacielos de los sueños.


¡Ozú!, salió bien este parrafito final.


Vale, pues lo que quiero decir es que la segunda vereda está apenas en embrión, pero hay muuuuuchas conciencias mujeriles despiertas. Ah, si Dios me concediera volver a nacer, para fortalecer esa guerra de resistencia pacífica por nuestra equidad y liderazgo...


Ah, la foto que es una muestra patética y cursi de la confusión de AMBOS sexos respecto a la "igualdad". ¡Nada! Ahora se llama EQUIDAD, y nada tiene que ver con esto. Nótese que el señor lleva cubierto todo el cuerpo y está protegido hasta la mandíbula. Ella, imaginada por algún calenturiento dibujante, trae sus áreas vitales expuestas, la melena suelta y el traje está listo par que el señor la mire y la disfrute cuando se le antoje. Jamás seríamos tan estúpidas como para lanzarnos vestidas así a una verdadera guerra.

martes, 21 de septiembre de 2010

Guerra desde el escritorio




Existen dos niveles de conducta en la vida social que se exacerban en el ambiente burocrático. Uno, el de los simuladores que llevan puesto el traje invisible del emperador, ostentan el puesto sin tener la menor idea qué están haciendo allí, excepto que hicieron de todo para poder llegar y ganarse un sueldo. Dentro de esta categoría están los recién llegados que tienen un sueldito y los otros, de un sueldote. 
Siendo simuladores, los primeros piensan que se merecen más y que algún día se arrimarán al padrino correcto que les mejore la vida y prestaciones; los segundos juran que, así como llegaron allí, bien pueden algún día ser hasta "presidenciables". Es una fauna bien cómica, ésta: Llevan el traje invisible, aquél que el sastre gandalla le hizo al rey diciéndole que era tan fino que los tontos no lo veían, y como a nadie le gusta pasar por idiota, pues...
La segunda camada de burócratas es mucho más escasa: Aquellos que hacen muy bien su trabajo y no han perdido la esperanza en la vida. Los que llevan mucho tiempo sentados ante un escritorio o con una plaza que ocupan merecidamente, adecuadamente, contentos, serenos. Estos subsisten en los niveles medios y no tienen mayor esperanza de traspasar el techo de cristal (ahumado) que los llevaría a puestos superiores. Más allá de esa altura, se mueven los "políticos".
Los políticos, finalmente, que sí saben trabajar en lo que les encomendaron y les dieron un sueldote, son los menos frecuentes. Puede ocurrir que no se arredren a pesar de la gran cantidad de obstáculos que les ponen los idiotas, los ambiciosos, los envidiosos, para que logren resultados al menos aceptables en su encomienda. Puede ocurrir, por el contrario, que les muerda el bicho venenoso del poder y se contaminen de vanidad y prepotencia. A cualquiera le puede ocurrir, a cualquiera, por más sano mentalmente, por más ecuánime que sea.
Así que... ¿quién queda, en esta fauna, para hacer el trabajo de gobierno que los ciudadanos confían a sus funcionarios y a quienes además les pagan con sus impuestos?
Saque la cuenta: Los honestos de nivel medio (poquísimos) y los políticos que merecidamente llegaron a donde están... y viven  para contarlo.


La lógica de la alta burocracia es la misma que la de la guerra; tal vez por eso sólo logran ganar las batallas los grandes generales (se insiste: si el poder no les devora la cordura). Se trata de ganar más espacio, beneficios y lucimiento... poder en otras palabras, que los adversarios. Y los adversarios son, simplemente, aquellos que pertenecen a ejércitos distintos en opinión sobre cómo se debe gobernar.
Los victoriosos son muy pocos; una vez en el poder, los generales que ganan las batallas y/o la guerra, deben soportar y cuidar el saqueo que hacen sus soldados en las plazas ganadas. 
¿Y el gobierno? ¿Lo que los ciudadanos esperan, aquello por lo cual pagan y ante lo que tienen esperanza de mejorar su vida? Bueno, pues algún resto de buenas decisiones y obras bajarán del Olimpo, para beneficiarlos... de vez en cuando.


¿No será que esto de la política, o la guerra con palabras, conceptos y/o mentiras, resulta menos eficiente que la honestísima guerra de antes?
El inepto moría de un espadazo en el corazón o la yugular... y ya. El más fuerte y hábil sobrevivía y se quedaba con el poder y el respeto de sus soldados. Todo entre hombres. Y con esto se decidía todo.


(Lo terrorífico de este lado es que las mujeres sólo vivíamos para proveer varones para nutrir la muerte y destrucción de las guerras; éramos máquinas de producir humanos desechables. Ahora ¿qué somos las mujeres, en este juego fatuo de la política-guerra?)


La imagen es de Salvador Dalí

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Gritar que somos libres

Ignoraba yo que don Miguel Hidalgo murió deshecho de culpa por la sangre derramada que su apasionada empresa provocó. Tarde percibió que la ira del pueblo hambriento es la peor bestia que produce la ambición de los hombres:  


..."¡Ah, América, querida Patria mía! ¡Ah, americanos, mis compatriotas, europeos, mis progenitores y sobre todo los insurgentes, mis secuaces, compadeceros de mí! Ya veo la destrucción de este pueblo, que yo he ocasionado, la ruina de los caudales que se han perdido, la infinidad de viudas y huérfanos que he dejado, la sangre que con tanta profusión y temeridad se ha vertido y, lo que no puede decir sin desfallecer, la multitud de almas que por seguirme estarán en los abismos". (Manifiesto escrito en la prisión de Chihuahua, en mayo de 1811)


Yo no sabía que Vicente Guerrero era un moreno ancho, de pelos parados y chinos, nada finito como los criollos que se la partieron después de que murieron los titanes, Hidalgo y Morelos. Desconocía que aquella pasión primigenia que clamaba justicia y encarnaron los grandes hombres que por primera vez experimentaron un sentimiento "nacional" por México... se convirtió de manera absolutamente lógica y con el tiempo en un mar de ambiciones sucias y conveniencias baratas que luego se repartieron quienes quedaron en el poder.
        Es lógico que no supiera yo que Guadalupe Victoria, junto con Nicolás Bravo, fueron los dos últimos generales valientes que tuvo Morelos y de quien bebieron un sorbo de pasión nacionalista. 
        Que Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (já) o sea Antonio López de Santa Anna, encarnó el primer político mexicano que fue tradicional por siglos... es decir, promiscuo, vicioso, acomodaticio y sobre todo, el único mortal que hacía algo por trabajar en "política" gobernando un país en caos.
        Hay muchas cosas interesantísimas que yo no sabía, hasta que la suerte enorme que Dios me dio (con sus asegunes, pero bueno...) me hizo vivir en estado lúcido el 200 cumpleaños de mi país.
        En la escuela primaria me dieron un panorama tieso y formal de la historia de la Independencia; pero ver a los héroes descarnados pone a cada quién en su lugar. Hay muchísimo más que falta por saber, porque la Historia es insondable y las guerras de los hombres se desbordan de horror y caos espiritual... pero muy claro es que el más grande personaje de ese momento de nuestro origen, fue Miguel Hidalgo.
        Un hombre cabal, lo que se dice un HOMBRE; con esa mezcla de masculinidad violenta, aderezada de una gran sabiduría libresca y de la vida, y ¡ah! el valor. ¡Valor!, señores, eso que ahora los politiquillos de escritorio desconocen; que los machos juzgan un adorno inútil en sus abusos, que los mexicanos alcohólicos y golpeadores de mujeres no tienen idea con qué se come...
        Valor, hombría, un espíritu libertario sin límites. Su grito nos llega hasta ahora; todos gritamos ¡Viva México!, porque él, aunque nuestra república ni era eso ni aún se llamaba así, lo hizo primero que todos. Somos su coro, rindámosle honores.


Ni modo... también lo que no se puede tocar, EXISTE: El amor por México. Yo lo vivo; ¿y tu?
(La imagen es muy romántica y hasta un poco cursi, pero me vale gorro: ¡Me encanta!)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Patria





A los que preguntan si hay algo qué celebrar en este bi-centenario les diría que se dejen de amarguras y de perfilarse a contraluz con el clásico carácter nacional: Amargados y sin autoestima.


Tras milenios de hermosas culturas en una de las regiones más ricas del Continente Americano, nos cayeron como plasta los gachupas (a quienes ahora quiero mucho, pero mejor si se quedan allá, en su casa) y después de 300 años, nos los sacudimos como ixcuintles para seguir siendo Mexicas. Muchos hombres y mujeres murieron por eso: Los primeros peleando y las segundas por carambola.


Somos mestizos. Dueños de una tierra enorme y riquísima por la que nadie daba un cinco en el siglo XIX pues ya estaba saqueada a morir y don Antonio López (de Santa Ana), entre borrachera y borrachera, nos guardó la mitad de la tierra porque si no, los gringos se llevan todo.


Luego, don Benito se partió la vida para darnos identidad, a corre y corre en carretela por todo el país llevaba el país a cuestas, mientras pensaba en qué somos, quiénes somo y a dónde vamos... y los franceses hacían la lucha para robarnos todo.
Cuando ya se habían acomodado las cosas, llega Porfirio acaparando poder y los ricachones (como siempre) de su lado. Y otra vez al pleito. La Revolución fue una rueda de la fortuna donde se encaramaron los gandallas y caudillos para sentarse en el poder y el dinero, pero bueno... después de ríos de sangre, otra vez hubo país, hubo MÉXICO.


Finalmente la transición de terciopelo en el 2000 nos hizo libres totalmente, porque como ciudadanos tenemos una riqueza de incalculable valor: El sufragio efectivo.
Otra libertad ganada es que podemos insultarnos libremente unos a otros, despotricar contra los gobernantes, maldecir y sacar todo el cobre en público, no faltaba más. Antes éramos como de cartón, muy seriecitos porque al que se movía o criticaba, caput.


Ante eso: ¿Cómo no sentirnos orgullosos? Hay un testigo interior, en cada mexicano que le impele a robar, humillar y someter a cualquiera que se le enfrente (santo machismo, Dios te bendiga). El mexicano tiene un carácter nacional mentiroso y dado a la transa.


Pero en su esencia es también orgulloso y dueño de lo suyo; en lo profundo un buenazo e ingenuo que llora en las cantinas. Tantos saqueadores nos han seguido los talones, nos han cacheteado hasta sangrar y todavía tenemos México, un territorio hermosísimo; lleno de riquezas naturales y culturales. Aquí somos libres, trabajamos, nacemos y morimos.


Y todos nos emocionamos cantando el Himno y saludando a la bandera, porque con todo y los zipizapes, nos enseñan respeto por la patria desde que somos bien chiquinitos; nunca se nos olvida.


Nos SENTIMOS mexicanos. SOMOS, con una identidad definida e inamovible. Hijos de Cuauhtémoc, nietos de la Malinche, choznos de los árabes y los españoles, pero aquí estamos. 


Yo amo el pedazo de México en que nací. Y no me da vergüenza, como a la mayoría, ser MEXICANA. Me encanta ser mestiza, trigueña, de ojo grande y corajuda. Mi linaje es mexicano hasta el centro de la Tierra, y lo disfruto mucho.


Yo sí celebro, no faltaba más.





sábado, 11 de septiembre de 2010

Bicentennial woman



Sucede que por ratos me canso del bicentenario; de la fiesta que nos recuerda la guerra.
Me canso porque tengo que estar allí, haciendo guardia en mi trabajo... no porque no me guste pensar en el tema. Duele, también. Saber que Hidalgo murió atormentado por la culpa y creyendo que su empresa había sido inútil. 
No era guerrillero... era un hombre con corazón que odiaba la injusticia; pero su sensibilidad lo venció. No pudo aceptar que la injusticia sólo se lava con sangre, con violencia, porque los hombres así son de torpes, de abusivos.
Duele que llegar a estos años en que nos llamamos mexicanos con tanta seguridad en la voz, ha costado tanto, tanto esfuerzo, tanto llanto, tanto dolor.
Y bueno, también me canso de trabajar. Caí en cama por el esfuerzo. Ardí en fiebre, en dolor del cuerpo, tal vez por tanta emoción desprendida, por tanta adrenalina, por la pasión a que me obliga tratar de realizar los anhelos de la gente que llega y pide, ofrece, intercambia lo más noble que el ser humano produce: Arte.
Ah, también: puse la rosa blanca nada más porque está hermosa. Algo hay que hacer para negociar con esta piedra de Sísifo que es la vida...



miércoles, 8 de septiembre de 2010

El cuerpo a rastras




No recuerdo haber sentido antes este tipo de agotamiento: Todas las ganas de seguir, pero ¡no hay fuerza! Frustración,  pero agradable... ¿cómo? Pues sí: Satisfacción del deber cumplido; conciencia de que no debe convertirse en una obsesión hacerlo TODO en demérito de la salud física y mental. Control de emociones para no sentirme culpable. Complicado, pero no imposible.
¿Quién me nombró cuidadora de todos, hacedora de todo perfecto, componedora del mundo, obligatoriamente buena con todos? 


Por ejemplo: No hay necesidad alguna de escribir en este blog con solemnidad y perfección. Esto es un diario abierto así que, ¡a soltarse!
Basta de seriedad; de todos modos ¡NADIE VIENE! JÁ

miércoles, 25 de agosto de 2010

Long live the King





 Sólo  un perrito de rancho que pasa la vida tratando de no ser visto. Vivir en el campo encierra peligros para un animal como él, pues era chaparrito. Siempre los puede morder un jabalí por el cerro, o picarles una víbora. En los lugares habitados, los perros grandulones hacen verdaderas fiestas dionisíacas, con gran escasez de hembras por cierto, pero son casi salvajes; así como los humanos –de manera incongruente- no les respetan sus vidas, tampoco ellos respetan las de sus semejantes y a los perros chicos y metiches los destrozan a mordidas.
A “Orejas” nunca lo mordieran por metiche; hasta eso que las fiestas orgiásticas caninas nunca le quitaron el sueño. Es casi seguro que murió virgen. A nuestra vida llegó junto con su dueño, el guapísimo hombre que fue esposo de la abuela durante 20 años; matrimonio que empezaron ya entrados ambos ya en su tercera edad. Lo trajo consigo y era silencioso, limosnero de cariño y muy buen ladrador.
Inseparables; odiaba quedarse solo y seguía a su amo a todas partes. Excelente caminador, activo, sano… terroríficamente sano.

Estuvo tanto tiempo con nosotros que pensamos sería eterno. No lo venció la muerte, lo venció la vida… tenía 23 años. El equivalente de (¿será posible?) una longevidad de 160 para los humanos.
Se fue quedando ciego primero; sus ojos se pusieron blancos completamente. Luego, ensordeció poco a poco. En los últimos meses se guiaba por el poco olfato que le quedaba; comía bien, se alegraba junto con los otros canes de la casa por instinto, sin saber bien la razón del gusto, al regresar la dueña del viaje al pueblo vecino. Caminaba pegado a la pared de la casa hasta el patio trasero, para desahogar sus necesidades; después, volvía poco a poco hasta su lecho, en una vieja silla, donde pasaba dormido la mayor parte del tiempo.
Ya se angustiaba mucho por la desorientación; el desamparo lo hacía llorar a veces, por horas y sin sentido. No era de dolor del cuerpo que se quejaba; era del alma porque la muerte no venía… su ánimo no tenía descanso, no percibía la vida. Escasamente sentía el cariño pues se daba cuenta sólo de lo elemental.  
Entonces, lo venció la vida; fue necesario practicarle la eutanasia. La última semana lloró incesantemente, llamando a la muerte. Nunca llegó sola; suplicaba por descanso.
En el campo los hombres son muy crueles con los animales, sobre todo gatos y perros; el gato debe mantener limpia la casa de ratones e insectos, de otro modo no sirve; el perro que no les reditúa beneficio de guardián o pastor, es sacrificado. No fue difícil encontrar quién le diera muerte; rápida… violenta pero caritativa. Lo hemos llorado, sí. Un poco, pues vivió demasiado, demasiado tiempo. ¡Veintitrés años!

Qué valor tuyo, “Orejas”, de aguantar vivo tanto tiempo. Ya estás con tu dueño de siempre, al que lloraste junto al féretro a pesar de que ya estabas ciego. Supiste bien que se había ido, pero mira, te esperó… ya puedes ver y escuchar todo y caminar junto a él por la eternidad (espero).


jueves, 19 de agosto de 2010

Scrivere, écrire, escribir



“Escribir, en cierto sentido, es una actividad que me ayuda a aliviar la tensión de esos secretos sepultados. Recuerdos ocultos, traumas, cicatrices infantiles... es evidente que las novelas surgen de una parte inaccesible de nosotros mismos”.  (Paul Auster)

Recuerdo cuando el deseo de escribir era tan imperioso que lograba situarme en dos realidades a la vez. Vivir la normalidad era llevar la ilusión de que al momento de escribir, podría embarcarme en el mundo de ficción que estaba construyendo.
Claro que, de acuerdo al tono que mi vida tuviera en ese momento, era introducirme a la diversión o a la tortura, pero era de cualquier manera una realidad alternativa y le daba amplitud a mi existencia.
Cuando escribí una novelita ya perdida en el pasado, llamada “En horas hábiles” (que al editarla hubo de cambiar su lindo nombre), el mundo que inventé era más bien grotesco y triste, pero tuve la capacidad de vaciar sobre él un sentido del humor que lo salvó del aburrimiento y por qué no quemarme incienso: del lugar común.
Los cuentos, que bendito Dios, me salen solos por algún privilegio que no merezco, pues no lo he cultivado de manera responsable, solían ser como oasis que mi imaginación atravesaba en la cotidianeidad y me daban alivio temporal. Los poemas son cápsulas de analgésico cuyo efecto sólo dura un instante.

Ahora tengo un silencio patético en mi interior. O digamos una masa saturada de sentimientos y bullicio diabólicos que pueden compararse perfectamente a un hoyo negro. Es un pozo de ira que no sé si tendrá fondo; y no se me ocurre qué y cómo podría salir eso en palabras, sin convertirse en material desechable, hoy que todo –en la realidad- tiene ese adjetivo: Amor desechable, vida desechable, muerte de plástico, indignación sin posibilidad de reuso, etcétera. Todo es efímero…

Digamos que estoy atrapada entre el exceso de material para escribir en mi cabezota –ya crecida como si tuviera hidrocefalia, por el conocimiento sobre el lado triste de la vida- y el desaliento porque el saturar páginas con esa pasta de inconformidad y coraje contenido no lograría descansar, sino sólo lanzar una advertencia de que nadie se acerque a mi veneno… como aquel mensaje que el triste ser devorado por el alien lanzó al infinito, en “El octavo pasajero”.

Sólo queda un pensamiento salvador: El lenguaje es la cualidad divina de los humanos, pues todo lo demás que nos fue dado es reciclable en la materia; entonces, en sí mismo contiene la luz de la supervivencia para el alma.

(Como dice Nacho: ¿qué dije?)

jueves, 12 de agosto de 2010

Sismo en el "laburo"



La realidad es trepidante y oscilante.
No sólo porque la Tierra está disgustada con los humanos y se acerca (quizás) una nueva versión de la destrucción de Sodoma y Gomorra, sino porque los gobernantes están totalmente seguros de que levantando construcciones halagan a los ciudadanos.

En parte tal vez eso es cierto… al menos los varones son felices tumbando cosas para levantarlas de nuevo, más bonitas; o destrozando la naturaleza para sembrar cemento y levantar selvas para caminar erguidos sobre ellas.

Frente a mi modesta oficina situada en estratégica calle del centro histórico, dejaron los hombres media acera para que pudiéramos circular los seres de dos pies. Lo demás, está cercado en malla verde y más allá, en un área que debe ser de más de dos mil metros cuadrados, se mecen las piedras, la tierra, explotan los terrones, la tierra sufre los embates de unos dinosaurios de metal llamados trascabos, dompes, aplanadores y cuanta fauna de acero se pueda concebir. Atacan, porque sembrarán cemento pues, para erigir una obra de arte arquitectónico que se llamará “Plaza del Bicentenario”.

Es para conmemorar que somos libres gracias a dos guerras, distanciadas cada una por un siglo; para que no se nos olvide.
Mientras tanto, al escribir en mi lap, ésta se pasea vibrando por toda la superficie de un hermoso escritorio –ahora maqueado y color caoba- que me heredó el funcionario anterior; mis adorables auxiliares me hablan en tartamudeos y me entregan los oficios con la mano vibrando vertical u horizontalmente. El teléfono se cae al suelo cada vez que alguien hace una llamada y hoy, bueno…. Llevaré tapones para los oídos para no salir corriendo, enloquecida por el ruido, a media mañana.

Que Dios nos agarre confesados.

  

domingo, 8 de agosto de 2010

¿Nombre de la Escuela, clave, talla...?

No hay tema, no tiempo para ponerse poética, no hay fe para creer en que aún puedo hacer literatura trascendente... ¿será que ya dije todo lo que tenía por llorar (¡digo!) por decir? Sólo me queda contar las vidas ajena. Por lo pronto...


Pues sí, estoy aquí sentada -por fortuna, pues hay compañeros que pasan de pie toda la jornada- mirando a la gente bonita de esta tierra venir por sus uniformes escolares gratuitos a la Casa de la Cultura. Hay que recibirlos con una sonrisa o al menos una frase amable.
Común que lleguen familias con niños enormes, a ratos incluso obesos. Muchos, muchos, con excelentes calificaciones. Recuerdo a dos gemelitas idénticas, de unos nueve años; preciosas y vestidas iguales. Las boletas de las dos, eran ¡un mar de dieces!
Los prietitos del arroz son las señoras cansadas de dar vueltas porque nos faltaban tallas grandes... hay que ver lo gorditos que son la mayoría de los adolescentes. Cara de aburridas, cansadas; tienen razón, caray. Pero aquí no hay culpa, es el flujo de materiales y traslape de los tiempos, además de que es la primera vez que esto se hace en nuestro querido Estado.
Los fabricantes de los más de medio millón de uniformes que se repartirán gratuitamente, son también sonorenses, y se ven algunos en la fotografía...


Uf; recordando: Cuando hice yo la primaria:
NO había desayunos escolares gratuitos
NO había libros de texto gratuitos (vaya, ni ¡libros de texto, punto!)
NO llevábamos uniforme
Las maestras no eran normalistas, estudiaban cursos en los veranos y a pesar de que no tenían un status respetable socialmente (sólo Dios sabe por qué) TRABAJABAN, señores. Jornada matutina y vespertina: De ocho a doce treinta y de tres a cinco treinta. Por la tarde llevábamos: deporte, bordado, cocina, teatro, danza y aprendíamos a "recitar".
Yo quería ser tan bonita como mi maestra de cuarto; tan respetable como la de quinto y tan sabia como la de sexto. ¿Lo habré conseguido?
De mis apuntes o "resúmenes" no conservo nada en papel, pero sí la bonita letra, porque practicábamos muuuucho, muuuucho.
Nacho Mondaca, Coordinador editorial y de literatura, incluido en el staff de la entrega de uniformes
Ana Cecilia Ancheta, coordinadora de los talleres Casa de la Cultura y Miguel de la Rosa, Director de la Banda del Estado... igual





viernes, 6 de agosto de 2010

No todo es sangre derramada


Hoy sólo quiero decir que estoy harta de que los medios me griten a diestra y siniestra que el mundo se está bañando en sangre.
Miro los diarios y me da flojera. Compiten para ver cuántos muertos van a ostentar en la primera plana.
Me acuerdo todavía -la vida viaja demasiado rápido- de que en el diario que yo trabajaba estaba prohibido, por el Código de Etica, publicar notas rojas en la primera plana.
El que hoy la autoridad y el narco estén en guerra no justifica que a los ciudadanos comunes nos hagan sentir como los europeos durante las guerras mundiales, cuando les bombardeaban sin aviso las ciudades.
¿Por qué tenemos que sentir que lo más importante sucedido el día anterior, en nuestra comunidad, es un asesinato o una balacera entre policías y ladrones? ¿La vida está compuesta de eso... solamente?
También suceden cosas buenas; muchísimas cosas buenas. Estamos vivos, la naturaleza es hermosa y está brava, sigue siendo nuestra madre, la que gobierna en casa.
Caray, sé que la muerte existe y que los hombres gozan matándose unos a otros (sí, los asesinos sienten placer, cuando se "acostumbran") Pero por ejemplo: Las mujeres somos la mitad de la humanidad y protegemos la vida; los niños son el futuro y tenemos que cuidarlos... ¿por qué cuando los hombres se bañan en sangre lo gritan de ese modo, dominando la atmósfera?


martes, 3 de agosto de 2010

En camita


Es fácil armar el pequeño rompecabezas: Nuestra vida va marcando el paso de nuestras enfermedades.
Ayer y hoy me sentí mal. Achaques propios de este momento y condiciones de mi vida. Tengo en mi cuerpo las huellas de mis actos puestas con enfermedades.
Por ejemplo: Cada vez que cambiaba de empleo, estrenaba una nueva "plaga" decía mi abuelo, de acuerdo al estrés que debía soportar. Recuerdo perfectamente cada una de las situaciones y corresponde, el achaque, a una pieza exacta del acertijo de mi vida.
Hay personas que mueren de infarto porque se someten a presiones increíbles; o de cáncer porque las penas los matan. Hay personas con dolores crónicos por la forma equivocada como se alimentan y así...

No pretendo juzgar, sólo digo que cada vez me convenzo más de que nos enfermamos de lo que nosotros escogemos, o del karma que nuestros padres nos heredan.
Cuando somos niños nos llegan las clásicas varicelas, anginas inflamadas, adenoides, y otras de las que nos aliviamos de inmediato. Poco a poco recorremos situaciones físicas que se nos van con antibióticos o tratamientos. Luchamos toda la vida contra las enfermedades... hasta que llega una que no se va, no se va, no se cura porque el cuerpo ya no da de sí, y nos encamina hasta el otro lado del río de la muerte (¿o es de la vida?)
Bueno, yo estuve mal ayer, pero hoy voy mucho mejor. Así que no me toca morirme de esto, mmm...
Fue un día aburridísimo.

(Se puede hablar del crimen, del amarillismo de los medios, de cómo estamos siendo gobernados, de las últimas elecciones, de la lluvia que casi nos ahoga hace unos días, y yo hablo de mi encierro... algo debe estar pasando en mi cerebro; por suerte, este blog es como un diario privado, perdido en el ciber-universo)


lunes, 2 de agosto de 2010

Luz entre el mezquite


Fue una de esos instantes que los escritores detectamos como estímulos para empezar a soltar bytes, es decir lo que antes era enfrentar la dinosáurica página en blanco.

Salí al porche -anglicismo santanense que me niego a borrar de mi vocabulario- y me golpeó la brisa de la mañana con esa dulce nostalgia que se instala en la garganta como para producir lágrimas durante todo el día. Tenía, la brisa, esa frescura rara de nuestro verano: Un poco engañosa, prediciendo "no te ilusiones, aún queda fuego para rato". Pero fue un momento delicioso.

Entonces, enfrenté al joven mezquite frente a la reja y el sol me guiñó entre sus ramas. Me apresuré al interior y con una camarita de ésas que hoy casi hablan, tomé la foto del inicio.
Por supuesto qu eno dice ni la millonésima parte de lo que sentí frente a este regalo de Dios. Es una mentira goebbeliana e idiota eso de que una imagen dice más que mil palabras. Acabo de colectar la última prueba... al menos para mí.

Regresé satisfecha de haber "detenido el tiempo", como decían los ancestros a la magia de la fotografía, y todo el día hicieron eco en mi mente los cantos de las torcaces en el silencio de mi infancia; el susurro del los árboles por las tardes de otoño, el rugir del río después de las tormentas de verano y todos esos cursis tesoros del corazón que ya a nadie le importan.
No he llorado, porque hasta eso se ha vuelto inútil en mi vida, y no es queja; me alegro de haber llegado a esa conclusión.

Ah, bueno, al ratito de eso me puse mi camisa del ISC que tiene también un
escudo bordado de la SEcretaría de Educación y Cultura. otra cursilería: En ninguno de mis trabajos burocráticos me habían regalado una blusa bordada, como de soldado. Me encanta ponérmela. ¡Dios mío, qué revelación acabo de hacer... nadie comrpenderá semejante sumisión al absurdo! ¿Será que por fin puedo caminar por los pasillos de los palacios de gobierno sin sentirme en un campo minado ante miradas resentidas, despectivas o conmiserativas como "antes"? Uy, esto se pone confesional, ya me voy al reparto de uniformes escolares. Casa de la Cultura, de dos a ocho me toca.

viernes, 30 de julio de 2010

Ver brujos, mientras escampa


Hay historias que son inmortales, ¿eh? Al menos, claro, para la memoria de los humanos.
El mago Merlín es una leyenda inglesa que se resucita sin tener que consultar sobre los derechos de autor, como lo ha demostrado ahora Nicholas Cage en la película "El Aprendiz de Brujo".
No hace del mago Merlín, sino de aprendiz que a su vez tiene un aprendiz.
Es una historia de aventuras bien armada y narrada en tono de humor.
Lo único interesante ahora es que la trama enreda la magia con los principios de la física cuántica, lo cual le quita el misterio, aunque bien mirado, la propia física cuántica, para mi gusto, es un tema misterioso y definitivamente... mágico.
La combustión espontánea ya no es un fenómeno paranormal, ni mucho menos el manejo a voluntad del flujo de la energía que emite el cerebro humano. Todo eso ya forma parte de la ciber-cultura popular, de tal modo que los magos en esta cinta son más bien científicos con sensibilidad suficiente para librar la clásica lucha del bien contra el mal.
Me divertí con el gusto exquisito para la ficción fantástica; me extasié una vez más con el azul profundo de los ojos de Nicholas y me deslumbró con la blancura de sus dientes. Se ha hecho mayor, pero luce seductor vestido de fachas y con toda la greña al aire. ¿Cómo lo logra?
Descanso inesperado de la faena terrorífica que se lleva a cabo entregando los uniformes escolares gratuitos. Las colonias inundadas nos dieron un respiro a los comisionados. La lluvia cuantiosa no está en nuestra agenda desértica; qué volteretas puede dar nuestro pequeño mundo si llueve demasiado, aún sobre la arena.
No me repongo aún; el cansancio acumulado de todos era ya una energía en picada que nos arrastraba; pero volveremos el domingo, Casa de la Cultura... mientras se pueda trabajar, nada hay mejor qué hacer en la vida (salvo amar, pero esa es otra historia).

jueves, 29 de julio de 2010

Esta soy yo




Tengo que empezar hoy. Justamente hoy.
Porque al despertar recordé que la forma en la que estoy trabajando en estos días, después de muchísimos años de partirme la espalda para ganar un salario, es casi la misma con la que empecé: Toda la jornada de pie, esperando que llegue gente, atenderla, sonreír y tratarla bien.
No lo lamento; mi situación es otra hoy, nada qué ver con aquellos días. He avanzado, he adquirido sabiduría e información, tengo un excelente salario... en aquellos días trabajaba en una tienda de ropa y tenía 14 años. Me pagaban menos del salario mínimo y sólo fue por los días de Navidad. Mi primer empleo.

Hoy estoy ejerciendo mi último empleo. Sé que lo será, porque después de ahora no pienso volver a hacer contrato con nadie. Por fortuna ya no lo necesito. Ahora estoy sirviendo a la gente. Ajá: Soy realmente una Servidora Pública. Me gusta eso, me gusta mucho dar en mi trabajo lo que me piden, cuando es lo justo.
Repartimos uniformes escolares a todos los niños del Estado. Uno por uno... "pase usted, deme las tallas de su niña, nos espera unos minutos por favor, mientras la llaman para medirse". He repetido esas frases unas novecientas veces. Y lo haría otras tantas, para ver la expresión atenta y la sonrisa final de las madres antes de un "gracias, muy amable".

Por eso tengo que empezar este espacio justo hoy. Es sólo la coincidencia; siento que cierro un ciclo. Que siento definitivamente cabeza, aunque parezca demasiado tarde. Había perdido también la orientación y la fe en la palabra escrita... pero eso ya pasó y es un milagro.
Ser escritora es ya de por sí un milagro. Haber logrado que la gente me lea con gusto, es otro. No ambicionar sino ese contacto de corazón a mente con los demás, es un privilegio que muy pocas personas tienen.