sábado, 11 de septiembre de 2010

Bicentennial woman



Sucede que por ratos me canso del bicentenario; de la fiesta que nos recuerda la guerra.
Me canso porque tengo que estar allí, haciendo guardia en mi trabajo... no porque no me guste pensar en el tema. Duele, también. Saber que Hidalgo murió atormentado por la culpa y creyendo que su empresa había sido inútil. 
No era guerrillero... era un hombre con corazón que odiaba la injusticia; pero su sensibilidad lo venció. No pudo aceptar que la injusticia sólo se lava con sangre, con violencia, porque los hombres así son de torpes, de abusivos.
Duele que llegar a estos años en que nos llamamos mexicanos con tanta seguridad en la voz, ha costado tanto, tanto esfuerzo, tanto llanto, tanto dolor.
Y bueno, también me canso de trabajar. Caí en cama por el esfuerzo. Ardí en fiebre, en dolor del cuerpo, tal vez por tanta emoción desprendida, por tanta adrenalina, por la pasión a que me obliga tratar de realizar los anhelos de la gente que llega y pide, ofrece, intercambia lo más noble que el ser humano produce: Arte.
Ah, también: puse la rosa blanca nada más porque está hermosa. Algo hay que hacer para negociar con esta piedra de Sísifo que es la vida...



No hay comentarios:

Publicar un comentario